Una de las cosas buenas que tiene la retransmisión de los Juegos Olímpicos es recuperar el contacto y, en cierto modo, «normalizar» la presencia de muchos deportes que de otro modo quedarían eclipsados por el deporte rey. Es un gusto volver a ver rugby, hockey, voleibol y, por supuesto, atletismo en cualquiera de sus disciplinas. Olimpiada tras olimpiada asistimos a gestas de grandes deportistas poco conocidos que nos regalan un gran aprendizaje para cualquier ámbito de la vida, que es, sin duda, uno de los grandes valores del deporte. Este año, a pesar de los resultados, la capacidad de superación, la competitividad y la resistencia han vuelto a ser señas de identidad del abanderado de nuestro equipo, Rafa Nadal, y le han vuelto a convertir en un referente y en alguien admirado por niños y mayores. Rafa es un deportista auténtico y un auténtico deportista.

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