La programación neurolingüística trata de mejorar nuestras capacidades a través del estudio de los patrones que utilizan los más hábiles en el desarrollo de una actividad. Digamos que, si identificas los patrones que utilizan los mejores y los aplicas, tú también mejoras. Joseph O’Connor  y John Seymour definen la PNL como «el arte y ciencia de la excelencia personal». ¿Puede la gestión de marcas aprender y aplicar algo de esta disciplina? En mi opinión, la respuesta es sí.

 

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La PNL parte de unas presuposiciones sobre las que construimos nuestra realidad; y estas son a su vez la base sobre la que justifico en este artículo su aplicación al branding. Quizá la presuposición más conocida es la que dice que «el mapa no es el territorio». Ante una misma realidad, que es el territorio, todos utilizamos distintos filtros para interpretarla: nuestros mapas. Estos vienen condicionados por experiencias, creencias o vivencias que nos son propias. Aquí debo llamar la atención a las marcas: ¿cuáles son los mapas con los que interpretáis el territorio? No olvidéis que esos mapas los compartís con nosotros, los clientes. Si pretendéis gustarnos deberíais acercaros al territorio sabiendo que sois el puente que une los objetivos empresariales con la satisfacción de las necesidades y los deseos de los clientes.

Antes de tirar la toalla y pensar como la mayoría de las marcas —que es muy difícil distinguirse en un mundo saturado de mensajes—, os recomiendo que recordéis lo que dice la PNL en otra presuposición fundamental: «Lo que es posible para otro es posible para uno. La cuestión es saber cómo». Así que ya sabéis, hay que buscar el camino, una personalidad propia, una voz, tu esencia, lo que eres, que en última instancia te permitirá marcar la diferencia y conectar.

Recordad que para la PNL es también muy importante «hacer una distinción entre identidad y comportamiento». Así que ya sabéis, marcas, hay que definirse bien reconociendo lo que sabéis qué sois, qué ofrecéis y, sobre todo, formular la siguiente pregunta: ¿por qué deberían elegirme a mí? La clave está en comportarse siempre a la altura de las respuestas dadas a las preguntas anteriores.

Hay otro aprendizaje esencial de la PNL: «No es posible no comunicar». Esto implica que hay que tomarse en serio cómo una marca va a contar quién es, antes de que sean los clientes los que hagan el trabajo por ella. Siempre es preferible que la identidad y la imagen de marca estén lo más cerca posible y que se identifiquen con los objetivos, porque no hay que olvidar que «la responsabilidad de la comunicación está en el comunicador».

Marcas, no os escondáis cuando tratéis de contarnos quiénes sois. Os dejo hasta  2015 con una última reflexión que tener muy presente en esta lección sobre la PNL. No olvidéis que «la comunicación se establece por canales conscientes e inconscientes». Descansad estos días antes de poneros manos a la obra con lo aprendido hoy. Felices fiestas. Seguimos en contacto.