Hay una costumbre que aprendí de mi madre y de mis abuelas, la de investigar y comprar en las tiendas del barrio y en los mercados. Sigo haciéndolo, y es que además me encanta y aprendo muchísimas cosas.
No hay mercado sin bullicio, sin colas, sin pedir la vez y sin los gritos de los vendedores mezclándose con las charlas de los clientes. El mercado es un lugar un poco caótico, encantadoramente caótico, donde es difícil elegir y difícil diferenciarse entre tanta oferta de puestos y productos. Ya sabes, Frutas y Verduras Loli, Carnicería Hnos. López, etc., sin embargo, parece que todo el mundo sabe adónde va y tiene sus preferencias.