Shirley: Visiones de una realidad es una película que narra la historia de una chica; o más bien cuenta la historia de la soledad de una chica a través de pequeños micro relatos que surgen a propósito de una pintura de Edward Hopper. Algunos han calificado esta obra como un experimento visual que se sale de los parámetros de la narratividad habitual. Efectivamente, se sale de los parámetros habituales, pero con la intención de potenciar su discurso. Y lo hace aprovechando el universo pictórico de Hopper y la potencialidad visual y narrativa que ofrece el cine.
Si te gustan las pinturas de Hopper, es probable que te hayas situado dentro de algunas de sus obras e imaginado una historia, porque la magia de las obras de Hopper radica en ser un fotograma de una historia que cada espectador crea para sí mismo. La clave de esta película es justamente haber mostrado a través de Shirley una historia para cada cuadro. Digamos que el autor coloca la pintura dentro del cine y el cine dentro de la pintura.
La narrativa transmedia es una técnica con la que contamos una historia a través de diversos soportes (libro, vídeo, post, película, spot). Cada soporte aporta su especifidad para acabar formando un relato coherente. El uso de medios diferentes permite hacer la historia más compleja a través no solo del relato común, sino del crecimiento progresivo que permite la creación de piezas únicas para cada medio. Todo esto no tendría ningún sentido si al final no consiguiéramos involucrar al usuario, al público, a la audiencia en nuestra historia.
Muchos de estos rasgos recorren esta maravillosa película, que consigue al fin dar vida a los cuadros de Hopper. Tras todo lo analizado, podríamos tirar un cabo al mundo del branding y concluir con las palabras de Ajaz Ahmed, incluidas por Melissa Davis en Fundamentos del branding: «El marketing moderno no es sólo tecnología, sino ideas y experiencias que dan tema de conversación y propician entretenimiento o un servicio útil al consumidor… Ahí radica el futuro del marketing».