Cuando utilizamos el término minimalismo, o calificamos algo como minimalista, nos referimos habitualmente a un espacio u objeto de formas simples, limpias, nítidas, asépticas, e incluso lo visualizamos con mucho blanco. Esta visión, que es formalmente correcta, no define, sin embargo, la profundidad conceptual ni las implicaciones que el minimalismo conlleva.