Cada vez que pienso en el concepto de posicionamiento, me viene a la cabeza la imagen de una ferretería o de un almacén repleto donde no cabe nada más: un almacén que es nuestra mente en la que parece imposible encontrar un hueco donde colocar algo más. Si nos atenemos a la definición clásica, sabemos que el posicionamiento es el lugar que una marca ocupa en la mente del cliente. Tal y como nos recuerdan Al Ries y Jack Trout, «estar fuera de la mente es estar fuera del terreno de juego, fuera del negocio».
Para entender esta ardua batalla, he encontrado mi propio método. Surgió de las constataciones comunes que observo en los amigos que vienen a visitarme a Barcelona. Es lo que llamo «la postal del posicionamiento». Cuando recibo a alguien, suelo planificar la visita en función de algunas variables, como la duración de la visita, el tiempo atmosférico y otros aspectos más que poco importan si tenemos en cuenta lo más importante, esto es, lo que cada visitante tiene en su cabeza en cuanto a preferencias: las marcas elegidas que pueblan su mente a la hora de evocar la marca Barcelona.
La gran mayoría coinciden, como es lógico, en querer visitar la Sagrada Familia, el Barrio Gótico, el Mercat de la Boqueria, el Raval o el Camp Nou. Pero yo casi nunca renuncio a aportar alguna sugerencia de aquello que para mí es más interesante conocer y que no siempre coincide con «lo que necesariamente tienes que ver en Barcelona»: los monumentos, rincones, edificios, plazas, tapas o bares más pintorescos que he descubierto o me han descubierto.
Trato de aportar aquello que me parece más sugerente, evocador, una visión propia, más personal y distinta del lugar donde vivo. Hago esto porque es justo lo que me gusta que hagan conmigo cuando visito un lugar nuevo, intentar conocer lo que realmente es vivir en un lugar determinado. ¿Qué hago, en definitiva? Aportar mis propias marcas a las que ya traen en la cabeza mis visitantes; retocar la postal que cada uno trae dibujada en su mente. ¿Queréis saber qué me pasa en la gran mayoría de las ocasiones? Normalmente, cuando revisamos las fotos del viaje o cuando alguien compra una postal, descubro con sorpresa que, entre los sitios fotografiados, solo algunos coinciden con mi sugerencia, y que, prácticamente en el 100 % de los casos, la postal coincide con aquellos lugares que mis amigos deseaban visitar en primer lugar, con las marcas que siempre han descolgado de sus mentes bajo la marca Barcelona. ¿Serías capaz de aparecer en la postal de tus clientes?